2022-06-24
La gestión sostenible de los recursos hídricos y del suelo es clave para combatir la desertificación en España
Notas de prensa de la Fundación Biodiversidad

La gestión sostenible de los recursos hídricos y del suelo es clave para combatir la desertificación en España

La Fundación Biodiversidad del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO), ha organizado un nuevo #Biodirectos, el décimo cuarto de la serie, en el que se ha abordado la presentación de la Estrategia Nacional de Lucha contra la Desertificación (ENLD), aprobada por el Gobierno en Consejo de Ministros el pasado martes 21 de junio. Con este documento se actualiza el Programa de Acción Nacional contra la Desertificación publicado en 2008.

Este #Biodirectos ha permitido incidir en la importancia de recuperar el equilibrio entre la capacidad de producción de la tierra y la demanda de uso derivada de la actividad humana. Además, también ha permitido poner en común la necesidad de reforzar la coordinación de forma transversal e integrar a todos sectores sociales para lograr un cambio en los modelos de gestión y uso sostenible de los recursos hídricos y del suelo que permita combatir la desertificación y la sequía.

El encuentro ha contado con la participación de Víctor Manuel Castillo, profesor de Investigación del CSIC y asesor técnico del Ministerio para la Transición Ecológica y Reto Demográfico; Jaime Martínez-Valderrama, investigador del Instituto Multidisciplinar para el Estudio del Medio de la Universidad de Alicante; Remedios Arrés Casanova, presidenta de la Asociación Alvelal; Roberto García Torrente, director de Desarrollo Sostenible del Grupo Cooperativo Cajamar y Luis Suárez, coordinador de Conservación de WWF España.

Durante su intervención, Castillo ha destacado que la gestión de la tierra ocupa el centro de todas las soluciones para la crisis ambiental y de desarrollo sostenible a nivel global. “Mediante el logro de los objetivos de lucha contra la desertificación, nosotros también contribuimos a la mitigación y adaptación al cambio climático. Preservamos los hábitats de los ecosistemas terrestres, pero también acuáticos, fundamentalmente, continentales”, ha manifestado.

Martínez-Valderrama ha señalado que el conflicto “entre economía y ecología, que dura ya décadas, es el que intenta resolver la nueva propuesta de la Convención” (de Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación) con la neutralidad en la degradación de la tierra. Además, expone que esta propuesta “rompe con la definición de desertificación” y trasciende más allá de las zonas áridas o secas. “Es una cuestión que debe funcionar a nivel global, porque la globalización hace que todos los territorios estén conectados entre sí”, destaca el investigador.

Asimismo, Arrés Casanova, ha resaltado que para luchar contra el cambio climático y conseguir un cambio real era importante integrar en su actividad y acompañamiento al sector agrícola un sistema en el que convivan la ecología, la economía y la sociedad; “utilizamos el modelo que llamamos 4 retornos, 3 zonas y 20 años, creado por la Fundación Cómola”.

García Torrente ha incidido en la necesidad de contemplar una planificación global, descartando el problema de la desertificación como una cuestión parcial, sectorial o territorial. “Deberíamos ser conscientes de que un país como España, tiene características especiales. O lo gestionamos de manera global, o no encontraremos una solución definitiva”, asevera.

Por su parte, Suárez, ha insistido en la integración de la naturaleza en todos los elementos y prácticas derivadas de las actividades humanas y ha subrayado la importancia de una gestión sostenible del agua. Para ello, ha manifestado que lo esencial es el correcto funcionamiento de los ecosistemas naturales, como los humedales o los ríos. “No podemos seguir con un modelo que se nos escapa de las manos y que tiene un impacto brutal”.

MARCO CLAVE PARA COMBATIR LA DESERTIFICACIÓN EN ESPAÑA

La nueva Estrategia asegura el cumplimiento de los compromisos de España como parte de la Convención de Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (CNULD), a la vez que establece un marco para las políticas e iniciativas de lucha contra esta amenaza en España, asegurando la coordinación entre ellas y su efectividad. Su publicación coincide, además, con un año en el que la desertificación está teniendo especial relevancia mundial y nacional con la celebración de la decimoquinta Conferencia de las Partes de la CNULD el pasado mayo en Abiyán (Costa de Marfil).

El objetivo general de la ENLD es contribuir a la conservación y mejora del capital natural asociado a las tierras de las zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas de España y avanzar hacia la neutralidad en la degradación de las tierras mediante la prevención y mitigación de la desertificación y la restauración de las zonas degradadas.

La Estrategia incluye la propuesta de numerosas acciones y medidas a llevar a cabo hasta el año 2030 en torno a tres ejes: Territorio, Capacitación institucional y gobernanza y Actuaciones para la mejora del conocimiento, de la transferencia y de la participación de la sociedad. Además, la implementación de la ENLD se desarrollará a través de dos Programas de Acción Nacional cuatrienales. El primer programa de trabajo abarcará el periodo 2023-2026, mientras que el segundo está previsto que se desarrolle en el periodo 2027-2030.

El documento se ha elaborado de forma participativa con la colaboración de otros ministerios, las comunidades autónomas, instituciones científicas y organizaciones no gubernamentales.

EL 74 % DEL TERRITORIO DE ESPAÑA, EN RIESGO DE DESERTIFICACIÓN

La desertificación y la degradación de las tierras afectan especialmente a África, pero también amenazan a Europa, particularmente a la región mediterránea. El 74 % del territorio español se encuentra en tierras áridas, semiáridas o subhúmedas secas y, por tanto, susceptibles de ser afectadas por los procesos de desertificación.

La Estrategia, en su diagnóstico, identifica numerosos impulsores de la desertificación en España, incluyendo causas económicas, como la intensificación de la agricultura y la ganadería, y la sobreexplotación de los recursos hídricos; sociales, como la despoblación de las zonas rurales y el abandono de los terrenos forestales; y ambientales, como el cambio climático y los incendios forestales.

Asimismo, los impactos de la desertificación también comportan costes económicos, sociales y ambientales: desde la pérdida de productividad de los suelos o la disminución de los beneficios agrarios hasta el agravamiento de la despoblación, la disminución de patrimonio cultural, la pérdida de biodiversidad o la exacerbación del cambio climático. La ENLD identifica cinco escenarios principales afectados por la desertificación en España: cultivos afectados por la erosión, zonas de regadío afectadas por la desertificación, paisajes asociados a la intensificación insostenible de la ganadería, terrenos agrícolas abandonados y bosques con insuficiencia de gestión.